Después de las drásticas bajadas de precios llevadas a cabo por el Gobierno con los Reales Decretos Legislativos 4/2010 y 8/2010, el mantenimiento económico de algunas farmacias es inviable. Las farmacias más afectadas son las de zonas rurales, que ya tenían márgenes económicos muy ajustados.
El reciente fallo del Tribunal Europeo que apoya el modelo latino de planificación farmacéutica, se ha basado en la importancia de estas farmacias para garantizar la igualdad de acceso de la población a los medicamentos. En otras palabras, las farmacias rurales son la excusa para mantener el modelo actual.
Por otro lado, el modelo latino ha demostrado sus beneficios asistenciales frente al anglosajón durante muchos años. Aunque les pese a los que quieren implantar el modelo anglosajón en Europa. La única pega que se le puede poner es que es el extremo débil de un sistema sanitario público mal gestionado.
Para intentar arreglarlo, el Gobierno ha propuesto crear una cartera de servicios remunerados que se prestarán en las oficinas de farmacia. La prestación se realizará a través de conciertos con los servicios de salud de las CCAA. Consiste en crear un fondo de rescate camuflado en servicios que los ciudadanos no demandan.
Si esta iniciativa se lleva a cabo, la dependencia de la farmacia rural de los fondos públicos será cada vez mayor. Aunque estas farmacias reciben la mayor parte de sus ingresas del SNS, éstos los recibe en forma de porcentaje en la dispensación de un medicamento. En la dispensación, el farmacéutico se hace responsable de la calidad y seguridad de ese medicamento. Esta prestación es exclusiva de las oficinas de farmacia. Pasaríamos a una situación en la que la farmacia, por el mero hecho de serlo, recibe una compensación para mantenerse abierta al público.
Este truco no es nuevo. Ya pasó con los colegios religiosos cuando interesó que pasaran a concertados. Lo que se presentó como pago para que todos pudieran acceder a la educación y se ha convertido en un mecanismo de control y sumisión a la administración autonómica de turno.
El problema de aceptar donativos, es que después no puedes vivir sin ellos. Puede existir incluso buena voluntad de los políticos al proponerlo (¿?). Pero al final las oficinas de farmacia estarían a merced de los políticos y sus propios intereses partidistas y personales. El farmacéutico debe reclamar que se le reconozca su cometido y valore su responsabilidad. Debe dejar de plegarse a los intereses políticos por miedo a que las cosas cambien más. La satisfacción de los pacientes que revelan las encuestas y los fracasos de los cambios como el navarro, avalan el modelo actual.
Las oficinas de farmacia son establecimientos sanitarios privados de interés público. Y como tales, no deben aceptar que su supervivencia económica dependa de los presupuestos del Estado. Los beneficios deben obtenerse del desempeño profesional con los pacientes, independientemente de si se vienen del SNS o de una consulta privada. Esa prestación tiene que remunerarse de forma justa y dotarla de un marco de estabilidad que la haga económicamente viable.
El modelo latino ha demostrado con creces su superioridad asistencial frente al anglosajón. Si se apuesta por la prescripción/dispensación individualizada con una coordinación real entre el médico y el farmacéutico, la eficiencia mejoraría considerablemente.
Por otro lado, las farmacias rurales han sido rentables desde que se implantó el modelo actual en nuestro país, es más, antes existían más farmacias rurales que ahora (municipios de menos de 1000 habitantes). El primer paso se dio al ceder a los intereses de la cada vez más poderosa industria farmacéutica. Se dejaron de prescribir fórmulas magistrales por las presentaciones farmacéuticas. Se perdió la posibilidad de la dosificación individualizada que ahora ha vuelto a estar de moda. El segundo se está dando al intentar pagar la hipoteca de los servicios sanitarios a costa del gasto farmacéutico.
Se puede empezar por un mayor control sobre la influencia de la industria en las prescripciones y programas de uso racional del medicamento (URM) eficientes. Hay que recordar que las oficinas de farmacia dispensan lo que se prescribe en el SNS. Un SNS donde prescriben hasta los enfermeros (con todos los respetos que su profesión merece). Así se evitaría que los españoles fueran los europeos que más medicamentos consumen y de paso, que los medicamentos que reciben les hagan falta y los consuman de verdad. Se podría hacer un estudio del contenido de los botiquines caseros de los españoles a costa de las arcas del Estado.
Según la actual Ministra de Sanidad y Política Social, se ha llegado al límite de los esfuerzos que puede asumir la farmacia. Entonces a lo mejor toca que aprendan a gestionar los 17 servicios sanitarios.
fuente foto: posterous.com
Aseconsa Asesoría de Consumo y Sanidad
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