Este mes de julio ha sido un mes muy complicado para las boticas españolas. En dos semanas han visto reducidos sus márgenes de beneficio, hasta en un 30% en algunos casos, según el porcentaje de dispensación a la Seguridad Social, debido a la aprobación por el gobierno de los Reales Decretos Legislativos 4/2010 y 8/2010.
Como siempre, la botica española paga la factura del gasto sanitario, pero esta vez las medidas de ahorro del gobierno han sido tan contundentes que ponen en peligro el actual modelo de ordenación farmacéutica. Los recortes le han quitado el sueño a todos los agentes del sector, desde laboratorios hasta las farmacias pasando por los almacenes de distribución, pero sin duda el más dañado ha sido la farmacia rural.
Para los que no lo sepan, la farmacia rural es la excusa para mantener la controvertida planificación de oficinas de farmacia en España, es el único recurso para los defensores del sistema: si existiera libre apertura, ¿quién iba a poner la farmacia en un pueblo de menos de 1000 habitantes?, se produciría un desequilibrio territorial en la prestación farmacéutica.¡Anda que no hemos escuchado esto veces!
Debido a la aparición de los precios de referencia, la irrupción de los genéricos y a las bajadas periódicas, los medicamentos en España tienen un precio irrisorio: envases para el tratamiento de un mes cuestan menos que un periódico diario (Paracetamol: 70 cts!!!!). Son muchísimos la anécdotas que los farmacéuticos que hayan trabajado en zonas turísticas pueden contar en este sentido, desde holandeses que se llevan los envases de crema de diez en diez a los estadounidenses a los que se les ponen los ojos como platos cuando descubren que existe una dosificación de más de 400 mg de ibuprofeno, que se dispensa sin receta y además vale 10 veces menos que en su país, se llegan a dispensar hasta 25 envases de golpe (Ibuprofeno 600 mg: España 2 euros vs. EEUU 20 dolares).
Esta situación, que puede parecer cómica, para la farmacia rural no tiene ninguna gracia. El mayor porcentaje de la facturación de estas boticas de pueblo viene de la prestación farmacéutica de la Seguridad Social, poca OTC, piensen cuantas recetas tienen que dispensar (el precio medio es de 14,93 euros en 2009) al mes para que les de para un sueldo, y tengan en cuenta que son aldeas y pedanías con menos de 1000 habitantes (a veces muchos menos), y pagar los gastos de la farmacia, que no son pocos y si además los medicamentos caros los han sacado de las boticas y se dispensan en hospitales. Esto ha provocado que algunos titulares vean a los mileuristas con envidia.
El sistema, para que los pobres boticarios de pueblo se conformen, va a crear una cartera de servicios remunerados con la nueva ley de Salud Publica, la pregunta es: ¿los pacientes demandan esas prestaciones?¿estarían dispuestos además a pagarlas?, la respuesta es fácil: no y no. Si espera el gobierno que el actual sistema de planificación aguante con esta medida me parece que las cadenas de farmacias europeas se tienen que estar frotando las manos.
Además, nos encontramos que los parches que pone el gobierno al día siguiente ya son insuficientes (http://www.correofarmaceutico.com/2010/07/19/al-dia/profesion/el-ahorro-por-los-ultimos-recortes-se-vera-diluido-en-apenas-tres-anos), aparece con fuerza (otra vez) el copago, o lo que es lo mismo el tiro de gracia de las farmacias rurales.
Del copago se lleva hablando mucho y mal, lanzando ideas generales sin saber como meterle mano, los políticos (otra vez), lo ven como la solución. Para imaginarse la población a la que presta servicio una farmacia rural no hace falta mucha imaginación: mayoría de jubilados. ¿Se imaginan a un jubilado, que llega a duras penas a fin de mes, en el médico si cada vez que va tiene que pagar? Es cierto, que en este país se abusa del médico precisamente por su gratuidad, y es uno de los principales problemas del colapso del sistema sanitario público, pero desde el punto de vista de la farmacia rural, si además de todo lo escrito, las personas van menos al médico...
Es necesario que se valore más el gran trabajo del farmacéutico rural, que está mal pagado, y se le proteja con medidas útiles y no con limosna, en muchos casos es el único profesional sanitario que hay en muchos kilómetros a la redonda y vive "preso" por las guardias. Se debe definir el modelo de ordenación farmacéutica que queremos, con una planificación realista y valorando a un profesional muy formado que carece de estabilidad económica para desarrollar su profesión.
Esperemos que la tormenta pase de la mejor forma posible para el modelo español y como dice un gran amigo y compañero que se dejen ya de reales decretos y leches a la plancha.
ESTAMOS CONTIGO! TENEMOS UNA FARMACIA RURAL, PERO SE TE HA OLVIDADO UNA COSA, Y ES QUE EN ALGUNOS CASOS COMO EL NUESTRO RECIBIMOS EL ACOSO DE LOS INSPECTORES DE FARMACIA, QUE ADEMAS EN VEZ DE VISITAR LAS FARMACIAS DE SU CIUDAD (COSA QUE NOS CONSTA) SOLAMENTE NOS VISITAN A NOSOTROS. NOS HACEN UNA MEDIA DE 4 INSPECCIONES AL AÑO.
ResponderEliminarEs una sinvergonzonería como tantas otras. Es hora de que la farmacia rural se haga valer como la garante de la capilaridad del sistema y exija un modelo que garantice su estabilidad sin las ayudas de las administraciones, como era hace 20 años.
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